Las voces de la Memoria

Un país que comenzaba a reconstruirse, mayo de 1984, una vecina, Zulma Giles, desinteresadamente y preocupada por los jóvenes logro la atención del presidente Raúl Alfonsín comentándole, en una carta escrita a mano, que el pueblo de Carabelas necesitaba una institución para la escuela secundaria ya que compartían edificio junto a la escuela primaria y que muchos estudiantes tenían que viajar afuera para acceder al derecho. Muchos pasaban frío y hambre en las terminales, esperando a los colectivos o irse a dedo eran muchas de las problemáticas cotidianas que atravesaban los adolescentes. La carta misma llegó a la Casa Rosada y fue leída por el presidente, quién tomó la decisión de analizar y comprender la necesidad del pueblo que se reflejaba explícitamente en esas líneas.
Luego de muchas gestiones, idas y vueltas, en 1985 comienza la obra. Previamente Zulma junto a dos mujeres más Dora Piccinini y Vilma Esnal, vecinas del pueblo, llevaron adelante todo tipo de acciones, una verdadera labor de militancia por la Educación. Recorrieron los campos en busca de donaciones de quintales de soja, salieron a pedir puerta por puerta colaboración para la compra de elementos básicos, tizas, borradores, pizarrones, cuadernos de actas, etc. Destinaron tiempo de vida, pusieron el cuerpo y agotaron todas las instancias para llegar a su objetivo, el cuál mantuvo siempre el interés colectivo. En 1993 se hace realidad el sueño que comenzó con el inicio de la democracia, un sueño que pone el valor la educación pública, laica y gratuita y reivindica el acceso al derecho de los y las estudiantes.